5 de noviembre de 2013

Carne de Dios Sevillana ( J.M. Rubio Rubio 1991 )












Y buscaremos al Señor de Sevilla, y lo encontraremos en las puertas de las casas, en los azulejos de nuestras calles, en la cabecera de los enfermos, en el pensamiento, en los labios, en el corazón de un pueblo que viene a rezarle todos los Viernes del año y a adorarlo cada Epifanía y a besarle las manos cada Domingo de Ramos porque sabe que el reloj del alma del sevillano no marca el tiempo si no pasa por los ojos y las manos del Señor. Y encontraremos al Señor de madrugada y al llegar junto a nosotros con su zancada poderosa, con su paso irresistible, al contemplar otra vez esa herida impresionante de su rostro, esa erosión del amor, de todos los amores de quién es la Verdad eterna de Sevilla, el sevillano volverá a llorar y en sus labios otra vez la Oración más grande, el más sublime acto de Fe que de un Dios pudo hacerse jamás sobre la tierra

Aunque fuera un tronco seco,
deforme, oscuro, podrido,
ese leño dolorido
de tu rostro nazareno.
Aunque nada humano al menos
quedara ya en la madera,
ni tus ojos parecieran
capaces de tu mirada,
ni la llaga descarnada
de tus manos, manos fuera;
ni las espinas hirieran
tu sien de miel traspasada;
aunque ya no hubiera nada
de misterio o de dolor,
ni de hombre ni de Dios
en el leño de tu cara,
en lo poco que quedara
vendría a rezarte también
mi Señor del Gran Poder
carne de Dios Sevillana.



ARCHIVO

ETIQUETAS